Hígado y vesícula biliar
El primordio del hígado aparece en la mitad de la tercera semana como una prominencia del epitelio endodérmico en el extremo distal del intestino anterior. La prominencia, divertículo hepático o yema hepática, consta de células en proliferación rápida que penetran en el tabique transverso, o sea la placa mesodérmica situada entre la cavidad pericárdica y el pedículo del saco vitelino. Mientras las células hepáticas continúan penetrando en el tabique, la conexión entre el divertículo hepático y el intestino anterior (duodeno) se estrecha produciendo el conducto colédoco. Una pequeña protuberancia ventral se forma mediante el colédoco, dando origen a la vesícula biliar y el conducto cístico. Al proseguir el desarrollo, los cordones hepáticos se mezclan con las venas vitelina y umbilical que constituyen los sinusoides hepáticos. Los cordones hepáticos se diferencian en parénquima (hepatocitos) y producen el revestimiento de los conductos biliares. Las células hematopoyéticas, las células de Kupffer y las células de tejido conectivo derivan del mesodermo del tabique transverso. Cuando las células hepáticas invaden la totalidad del tabique transverso, el órgano sobresale caudalmente hasta entrar en la cavidad abdominal, el mesodermo del tabique transverso queda entre el hígado y el intestino anterior, así como el que se dispone entre el hígado y la pared abdominal ventral se vuelven membranosos y dan origen al omento menor y al ligamento falciforme, respectivamente. A ambos se les da el nombre de mesenterio ventral luego de formar la conexión peritoneal entre el intestino anterior y la pared abdominal ventral.
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